El día en que Xabi Alonso desmontó al Barcelona

Lunes, 27 de Octubre de 2025

Por Enrique Rivera

El Bernabéu esperaba respuestas y terminó presenciando un giro de poder. El Real Madrid venció 2-1 al Barcelona no solo para recuperar el liderato, sino para imponer una nueva realidad táctica y lo hizo con un mensaje inequívoco: este Madrid no necesita controlar el balón para controlar el partido. Lo hace desde la idea. Desde el plan.

El arma secreta de Xabi Alonso

Mientras el Barcelona insistía en su estructura de “caja” en el mediocampo, Xabi Alonso presentó una modificación táctica: un bloque diseñado para anular, no para disputar. El Madrid renunció voluntariamente a la posesión ( llegando hasta un 31%), y la convirtió en trampa. Cada vez que Pedri o De Jong recibían entre líneas, encontraban una sombra pegada. No había giros. No había líneas de pase. Había asfixia.

  • Camavinga y Tchouaméni gobernaron el mediocampo sin necesidad de tocar mucho el balón. Sus funciones eran de interrupción y empuje.
  • Bellingham, desplazado a la derecha, no jugó como interior sino como señuelo defensivo para desactivar al extremo que se metía por dentro.
  • Mbappé y Vinícius fueron armas de contraataque, no delanteros de posesión. Eran trampas humanas esperando el error rival.

Cada movimiento del Barcelona tenía una respuesta. Cada intento de superioridad posicional encontraba resistencia exacta. El resultado fue devastador: durante 70 minutos, el Barcelona no pudo progresar por dentro. El motor de juego quedó apagado.

El partido: eficacia contra ilusión

El primer tiempo fue el resumen de dos filosofías: una que cree en la posesión como camino, otra que cree en la eficiencia como destino.

  • Minuto 22: Bellingham filtra un pase vertical, Mbappé ataca el espacio entre centrales y define. El contragolpe puro, sin adornos ni transición larga.
  • Minuto 38: error infantil de Arda Güler, recuperación culé, gol de Fermín. No fue mérito de sistema, fue regalo.
  • Minuto 43: jugada a balón parado, Bellingham encuentra el espacio, remata con violencia. Gol de líder.

La segunda mitad expuso aún más la fractura del Barcelona: control del balón sin colmillo, kilómetros de posesión estéril. El penal fallado por Mbappé al 52’ fue el último momento de peligro real del Madrid, pero no alteró la narrativa: el plan había funcionado. El marcador ya estaba definido.

Las figuras: héroes silenciosos y fantasmas inesperados

Real Madrid

  • Mbappé: decisivo sin necesidad de participar constantemente. Cada sprint era un aviso de muerte.
  • Bellingham: control emocional y ejecutor táctico. Gol y asistencia. Líder absoluto.
  • Camavinga: el jugador invisible que sostiene estructuras. Su lectura defensiva fue la clave del partido.

Barcelona

  • Szczęsny: el único culé que evitó una goleada. Atajó un penal y sostuvo al equipo con reflejos de élite.
  • Pedri y De Jong: desaparecidos. Encerrados tácticamente, sin influencia.
  • Lamine Yamal: reducido a espectador. Ni desborde, ni impacto, ni confianza.

La polémica final: el Clásico vuelve a ser guerra

El pitazo final no apagó nada. Lo encendió todo:

  • Carvajal encaró a Yamal por sus declaraciones.
  • Vinícius protestó su sustitución, se retiró directo al vestuario y volvió solo para provocar.
  • Pedri fue expulsado en tiempo añadido por una entrada que evidenció frustración más que convicción.

Este Clásico no acaba en la estadística. Abre una nueva etapa en la rivalidad. El Madrid recupera hegemonía emocional. El Barcelona queda atrapado en un dilema existencial: ¿seguir fiel a la posesión o adaptarse a un nuevo ecosistema táctico?

El Madrid ganó en el tablero antes que en la cancha

Este partido no se recordará solo por el resultado. Se recordará porque fue el día en que Xabi Alonso mostró que el control no depende del balón, sino de la narrativa. Que el verdadero dominio no se mide en posesión, sino en destino. Que El Clásico, una vez más, no lo gana quien toca más, sino quien golpea mejor.

El Bernabéu lo entendió. Y el mensaje quedó grabado: el trono sigue siendo blanco. Y esta vez, tiene arquitecto.