La ida de la semifinal de la Champions League entre Barcelona e Inter de Milán nos dejó mucho más que un 3-3. Fue una exhibición de contrastes: el vértigo contra el orden, la juventud brillante contra la experiencia táctica, y una advertencia clara de que ninguno de los dos va a ceder terreno sin presentar batalla. Lo que se vivió en Montjuïc fue fútbol de alto voltaje, con cambios de ritmo constantes, jugadas de fantasía, errores defensivos y un protagonista absoluto: Lamine Yamal.
Apenas los aficionados terminaban de acomodarse en sus asientos cuando Marcus Thuram (tras una gran acción colectiva que partió desde Dumfries por la derecha) definió con una sutileza sorprendente. El cronómetro apenas marcaba los 30 segundos. Barcelona, que venía con la confianza del triplete doméstico en el horizonte, fue sorprendido por la intensidad de un Inter que entendió que no se podía jugar a la defensiva contra este rival.
Ese primer golpe tuvo una carga psicológica brutal para los de Hansi Flick. No solo por el gol, sino por lo que representaba: la fragilidad defensiva de un equipo que sigue sin encontrar estabilidad en su línea de fondo.
El lateral neerlandés Denzel Dumfries tuvo una noche consagratoria. No solo por sus dos goles (el segundo, una acrobacia tras un córner que expuso las carencias de marca culé), sino por la manera en que desgastó físicamente a la banda izquierda del Barcelona. Se aprovechó de un Alejandro Balde ausente (lesionado), de un Martin inseguro, y de la falta de ayudas por parte de Olmo y De Jong en los repliegues.
El Inter mostró que su libreto puede tener páginas ofensivas igual de efectivas que las defensivas. Con solo seis tiros en total, logró tres goles y dos llegadas claras más, una efectividad notable frente a un rival que propuso el ritmo del partido.
Cuando Barcelona parecía naufragar, apareció el talento generacional de Lamine Yamal. Primero, con un gol que define lo que es su fútbol: desborde, control, pausa y una definición perfecta al segundo palo. Luego, con una jugada maradoniana que casi termina en su segundo tanto, evitado solo por una intervención milagrosa de Sommer. En total, Yamal fue responsable de cambiar el tono del partido. Su sola presencia obligó a Inter a reajustar su esquema, doblando y triplicando marcas para frenarlo.
Con 17 años, Yamal no solo juega como un veterano, sino que impone su personalidad en el momento más crítico del partido. Es la chispa que le da sentido a este nuevo Barcelona, aún en construcción.
Barcelona no se rindió tras el 0-2. Primero Yamal, luego Ferran Torres tras una gran jugada colectiva con Raphinha y Pedri. Después, cuando Dumfries volvió a poner a Inter arriba, fue Raphinha quien desde 30 metros sacó un misil que pegó en el travesaño y se metió tras rebotar en Sommer. Tres empates, tres respuestas inmediatas a la adversidad. Esa fue la gran lección del Barça: su capacidad de levantarse.
Pero también quedó claro que su defensa no está a la altura de los grandes partidos europeos. Inter le hizo daño cada vez que aceleró. Szczesny no transmite seguridad, y la zaga (especialmente tras la salida de Koundé) mostró falencias de concentración y marca.
Inter llega con una ligera ventaja moral al partido de vuelta. No solo por haber marcado tres goles como visitante, sino porque su plan inicial funcionó. Sin embargo, la segunda parte mostró un equipo que fue superado en intensidad, precisión y control del balón. Inzaghi intentó reforzar el medio con los cambios, pero el daño ya estaba hecho. Además, la lesión de Lautaro Martínez añade incertidumbre.
El reto para el equipo italiano será contener el ritmo culé durante los 90 minutos en San Siro. Porque si algo dejó claro este partido, es que un Barcelona inspirado puede hacerle daño a cualquier defensa del continente.
Barcelona e Inter ofrecieron una semifinal digna de los libros. No se trató solo de goles espectaculares, sino de dos estilos que se enfrentaron sin reservas. La vuelta en Milán promete ser igual o más intensa. Flick confía en su ataque vertiginoso. Inzaghi, en la solidez táctica de los suyos.
Pero una cosa está clara: con Lamine Yamal en el campo, cualquier partido se convierte en espectáculo. Y ahora, con el empate en el bolsillo, Barcelona viaja a Italia con la ilusión intacta y el cuchillo entre los dientes. El pase a la final está en juego, y nadie lo va a regalar.
Barcelona: Explosión ofensiva con grietas en el fondo
El conjunto culé demostró por qué es el equipo más goleador de esta Champions. A pesar de comenzar en desventaja 0-2, la reacción fue inmediata y llena de carácter. Lamine Yamal no solo fue el motor emocional y técnico, sino también la válvula de escape cada vez que Inter intentó presionar. Su capacidad de desequilibrar en el uno contra uno y su lectura del juego a tan corta edad impactaron incluso a los rivales. Pedri y Raphinha también fueron claves, especialmente en la construcción del tercer gol.
Sin embargo, el sistema defensivo sigue siendo una gran preocupación para Hansi Flick. Las bandas fueron superadas con frecuencia (en especial por Dumfries) y las jugadas a balón parado dejaron en evidencia una falta de coordinación y agresividad en la marca. La salida forzada de Koundé debilitó aún más la estructura, dejando a Eric García y Cubarsí con responsabilidades que no pudieron sostener del todo. De cara a la vuelta, necesitan mayor solidez atrás para que su talento ofensivo tenga impacto real.
Inter: Eficiencia quirúrgica y momentos de caos
El equipo de Simone Inzaghi planteó una estrategia ambiciosa: atacar a Barcelona en su casa con velocidad y fuerza física, y lo logró por tramos. La dupla Thuram–Dumfries fue letal en transiciones y jugadas preparadas, y el 0-2 parecía encaminar la eliminatoria. La ejecución en córners fue de manual: dos goles nacieron de outswingers perfectamente colocados. Sommer, a pesar de haber encajado tres goles, tuvo intervenciones clave que evitaron un resultado más adverso.
No obstante, el segundo tiempo dejó ver las limitaciones de un bloque que no logró contener la explosión técnica de los culés cuando aumentaron la presión. Mkhitaryan fue desbordado constantemente, y el repliegue del mediocampo fue ineficaz para cubrir las bandas. La lesión de Lautaro Martínez también deja dudas para la vuelta, donde Inter deberá ajustar su estructura defensiva si quiere sostener su ventaja competitiva. Marcar tres goles en Montjuïc es un mérito, pero permitir tres también es un llamado de atención.