El Arsenal necesitaba una noche mágica en casa para dar el primer golpe en la semifinal de la Champions League, pero París Saint-Germain demostró por qué es uno de los equipos más en forma de Europa. Con una actuación táctica impecable, un gol tempranero de Ousmane Dembélé y una exhibición monumental del arquero Gianluigi Donnarumma, los parisinos se llevaron un triunfo valioso por 1-0 del Emirates Stadium y tienen la ventaja de cara a la vuelta en París.
El gol llegó a los 4 minutos, culminando una secuencia de 26 pases (la más larga registrada por PSG en Champions) que desarticuló por completo la estructura del Arsenal. La jugada se inició desde campo propio, avanzó por la banda izquierda con Khvicha Kvaratskhelia, quien dejó en el camino a Timber, y encontró a Dembélé en la frontal.
El francés conectó de zurda, raso y con precisión, haciendo inútil la estirada de Raya. Fue un golpe psicológico demoledor: PSG no solo marcaba, sino que dictaba el ritmo y mostraba que su plan de juego era superior.
Lejos quedó la versión dispersa del PSG de años anteriores. Esta vez, Luis Enrique diseñó un equipo sin fisuras, con un mediocampo dominado por Vitinha, Neves y Ruiz, que controló los tiempos y limitó la circulación de balón del Arsenal. La presión en bloque medio, el uso inteligente de las bandas, y las constantes rotaciones ofensivas descolocaron a los locales.
Dembélé, más que un extremo, jugó como falso nueve, desordenando a los centrales Saliba y Kiwior con sus constantes movimientos entre líneas. Kvaratskhelia por izquierda fue un dolor de cabeza constante para Timber, mientras que Hakimi y Mendes fueron claves para neutralizar a los extremos ingleses, especialmente a Saka, quien apenas pudo incidir durante el primer tiempo.
Si PSG mostró solidez táctica, Donnarumma fue el rostro de la resistencia. El arquero italiano detuvo cinco remates clave, incluyendo dos mano a mano de Trossard y Martinelli que en cualquier otro partido habrían terminado en gol.
Fue la tercera vez esta temporada que el italiano completa cinco salvadas sin recibir gol en Champions. Su rendimiento ha sido determinante en la campaña europea de los franceses, especialmente tras sus intervenciones decisivas ante Liverpool y Aston Villa.
El conjunto de Mikel Arteta fue de menos a más, pero la reacción llegó tarde. Sin Thomas Partey en la base del mediocampo, Rice debió retroceder a una función más defensiva, perdiendo peso en ataque. Merino, el encargado de llegar al área, marcó al inicio del segundo tiempo, pero el VAR anuló el gol por un ajustado fuera de juego.
La posesión no se tradujo en peligro. Odegaard estuvo desconectado, Saka contenido, y Martinelli errático. El equipo se estrelló contra una defensa compacta, con Marquinhos liderando en la zaga y Pacho cerrando espacios con eficacia. El banco de suplentes tampoco ofrecía soluciones: Arteta tardó en hacer cambios, y el ingreso de Nwaneri en los últimos minutos pareció más un gesto de desesperación que una estrategia.
Arsenal pudo haberse ido del Emirates con una desventaja mayor. PSG falló al menos dos ocasiones clarísimas en el tramo final: Barcola desperdició un mano a mano y Ramos estrelló un remate en el travesaño. El 1-0 mantiene viva la eliminatoria, pero el contexto no es favorable: PSG ha vencido este año a Liverpool, City, Aston Villa y ahora Arsenal, todos equipos de Premier League, con un patrón claro de juego disciplinado, verticalidad ofensiva y eficacia defensiva.
La vuelta en el Parc des Princes será el mayor examen de la temporada para los de Arteta. Con Partey de regreso, Rice podría recuperar su influencia ofensiva. Se necesitará una versión inspirada de Odegaard, la precisión que faltó a Martinelli, y una actuación coral perfecta. Pero además, se requiere convicción. La historia no favorece al Arsenal: nunca ha remontado una derrota en casa en una eliminatoria europea.
La consigna para Arteta es clara: Make it happen. En París, no hay margen para el error.